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DESDE EL SUR

Sabina Tiemroth y cómo diseñar y mostrar joyería fuera de los lugares esperables.

Por Luján Cambariere
Nacer y crecer en la zona del Alto Valle patagónico, siempre rodeada de paisajes en los que la amplia vegetación contrasta con la estepa desértica y árida, forjó su sensibilidad y carácter. La diseñadora Sabina Tiemroth nació en Neuquén, vivió hasta la adolescencia en Río Negro y luego entre ciudades como Allen y Cipoletti, donde decidieron afincarse abuelos españoles, franceses, daneses y hasta una mexicana. Un lugar en el mundo del que siempre abreva cuando convierte su taller en itinerante para volver a sus fuentes para inspirarse, como muestran sus colecciones Ovo y Sí Mismo, la más reciente.

–¿Cómo fueron tus comienzos?

–Ya en tercer año del secundario me di cuenta que quería estudiar diseño, ya tenía mi cuadernito con mis primeros dibujos, anotaciones e ideas que aún conservo. Empecé a tomar clases de dibujo en la municipalidad y también clases de corte y confección. Cuando terminé el secundario no existía la carrera de Diseñador en Neuquén, así que sabía que tenía que estudiar en otro lado. Impulsada por mi familia a que saliera a conocer el mundo, a los 18 años me mudé a Buenos Aires a estudiar Diseño de Indumentaria en la Universidad de Buenos Aires. Me gradué y continúe mi formación en el taller La Nave de joyería contemporánea de Jorge Castañón.

–De Indumentaria saltaste a una joyería.

–Porque en un trabajo práctico de accesorios descubrí el mundo de la joyería contemporánea, que utiliza otros materiales, otra escala, crea otro tipo de objetos con otra relación con el cuerpo. En la presentación de tesis desarrollé una colección donde plasmé mi curiosidad por la cultura mapuche, los tejidos, el poncho, que se combinaron con el metal y la orfebrería. Y sin saber cómo trabajar el metal, una amiga me pasó el dato de otra amiga que estaba estudiando joyería y podía ayudarme a realizar esas piezas para la colección. A partir de ahí empecé a tener la necesidad de saber cómo trabajar el material y una cosa me llevó a la otra. Luego empecé a asistir al taller de Jorge Castañón, quien es un referente de la joyería y maestro de la vida y me sumergí en este mundo de la joyería contemporánea.

–¿Cómo nace Ovo?

–Hoy puedo decir que conecta mis mundos de indumentaria y accesorios, con mi amor por el diseño y el textil. Nace como un mundo paralelo a lo que venía trabajando en joyería contemporánea, de pieza única, de un tiempo de trabajo más cercano a una obra artística que objetos de otro tipo de producción. Luego de un largo viaje personal en 2013 y de mi necesidad de realizar una línea más comercial y al alcance de otro tipo de usuarios, experimentado y en la búsqueda de un objeto que sea prenda y accesorio, práctico, versátil, fácil de usar, guardar y trasportar, atemporal, nace Ovo. Un poco también replanteando la manera en la que se produce y que consumimos objetos. Ovo es una línea en la que se trabajan colecciones limitadas. Suelo trabajar con colecciones de textiles que ya no sirven a la gran industria, pero que para mí son un tesoro con miles de posibilidades para combinar colores y texturas. Se trata también de optimizar al máximo las tizadas y si hay algún resto que queda, se aprovecha también para otras tipologías. La idea es que continúe ese círculo en todos sus sentidos. La palabra Ovo principalmente viene dada de su morfología de óvalo, de círculo. Luego pensé en la ovogénesis, como proceso de formación de los óvulos. En portugués significa huevo y de alguna forma estos significados se estaban vinculado con lo que estaba buscando en ese momento. Siempre está el juego de la relación con el material, los espacios, la investigación y exploración de formas y mi necesidad de contar algo más.